

Sanear las finanzas del Vaticano: el desafío eterno de los papas
El papa Francisco tomó como misión sanear las cuentas deficitarias y a menudo opacas del Vaticano. Otros pontífices lo intentaron antes que él sin lograr poner orden, por lo que ahora León XIV enfrenta el desafío de enderezarlas.
Pese a los ingresos de sus hospitales, sus museos, de las donaciones de fieles y diócesis y del alquiler de su amplio patrimonio inmobiliario, las finanzas de la Santa Sede son crónicamente deficitarias y su fondo de pensiones presenta un importante desequilibrio estructural.
Aunque no informa de sus cuentas con regularidad, el Vaticano reportó en 2023 una pérdida consolidada de casi 70 millones de euros (casi 79 millones de dólares), frente a unos ingresos de 1.200 millones de euros.
Su historia, además, está repleta de escándalos financieros, como ejemplifica a la perfección su banco, el Instituto para las Obras de Religión (IOR).
- Vínculos con la mafia -
Durante mucho tiempo, el IOR fue el principal accionista del importante banco italiano Ambrosiano, acusado de blanquear dinero del narcotráfico y de la mafia.
En 1982, tras descubrirse un agujero de 1.200 millones de dólares en las cuentas, Ambrosiano quebró y dejó al Vaticano una losa de más de 240 millones de dólares para pagar a los acreedores.
Ese mismo año, el director del banco, Roberto Calvi, apareció colgando de un puente en Londres. Los jueces italianos evocaron más tarde un posible asesinato vinculado a la mafia.
Cuando Francisco llegó al trono de San Pedro en 2013, la situación era todavía delicada. Estados Unidos acababa de colocar al Vaticano en la lista de países con una situación preocupante respecto a la lucha contra el blanqueo y el Banco de Italia había desactivado las terminales de pago en la ciudad-Estado.
El jesuita argentino creó en 2014 un secretariado para la Economía y colocó en su cúpula al cardenal australiano George Pell, salpicado en su país por un caso de pederastia por el que luego quedaría absuelto.
Al frente del consejo de administración de la banca vaticana nombró a Jean-Baptiste de Franssu, un laico salido del mundo de las finanzas.
"Cuando llegué, no había un gobierno sólido, las reglas no se respetaban y no teníamos las competencias adecuadas", contó el viernes a AFP este banquero francés.
Tras un proceso de escrutinio se retiraron inversiones del banco vaticano en empresas vinculadas al armamento, la eutanasia y el aborto y, aunque con dificultad, se implementaron medidas de transparencia.
"En el Vaticano, como en toda institución, hubo resistencia, pero nosotros fuimos más resistentes que aquellos que se resistían", afirmó Franssu.
Por ejemplo, "nos dimos cuenta que había más o menos 5.000 cuentas" sin ningún vínculo con el Vaticano y "las cerramos", explicó.
La reputación de la Santa Sede mejoró. Pasó a integrar el espacio de pago europeo SEPA y obtuvo las felicitaciones del Consejo de Europa por su lucha contra el blanqueo.
Pero "hacer reformas en Roma, es como limpiar limpiar la esfinge de Egipto con un cepillo de dientes", prevenía Francisco en 2017.
- Otros retos -
Los escándalos no terminaron. Uno de sus asesores cercanos, el influyente cardenal Angelo Becciu, reticente al nombramiento de George Pell, se vio implicado en un desvío de fondos provenientes de la recaudación anual de donaciones.
En la mirilla había algunas inversiones desastrosas para la Iglesia que provocaron pérdidas de entre 130 y 180 millones de euros, según la acusación. Una de ellas era la compra de un inmueble de lujo en Londres por 350 millones de euros.
Becciu fue condenado en 2023 por el tribunal del Vaticano a cinco años y medio de cárcel.
Las cuestiones de transparencia no son el único desafío de León XIV.
También deberá luchar contra la caída continua de las donaciones -que representan un 17% de los ingresos de la Santa Sede-, combinada al aumento constante de los gastos de personal (+6% en 2023).
Igualmente tendrá que ocuparse del sistema de pensiones. En noviembre, Francisco reconoció que no estaba "en medida de garantizar a medio plazo" el pago de las pensiones de las "generaciones futuras".
Pero Franssu no está preocupado: "Francisco inició el proceso, estoy seguro que León XIV lo proseguirá".
La historia de algún modo se repite. Antes del pontífice argentino, Benedicto XVI ya había implementado los primeros dispositivos antiblanqueo y de investigación interna que demostraron su utilidad con el caso Becciu.
Los problemas financieros se remontan casi al momento mismo de la creación del micro-Estado, en 1929. Con la pérdida de los Estados pontificios frente a Italia, culminada en 1870 con la toma de Roma, las cuentas del Vaticano colapsaron.
Hizo falta entonces que la Italia dirigida por el dictador fascista Benito Mussolini, incluyera en los acuerdos que llevaron al nacimiento oficial de la Ciudad del Vaticano como Estado una compensación de 4.000 millones de liras, el equivalente a unos 4.725 millones de dólares actuales teniendo en cuenta la inflación.
J.Hernández--ECdLR