

La esperanza de encontrar a las últimas víctimas 30 años después del genocidio de Srebrenica
A Sadik Selimovic, la alegría de haber sobrevivido en 1995 a las masacres de Srebrenica no le duró mucho. Cuando supo de la muerte de sus tres hermanos y su padre, decidió dedicar su vida a encontrarlos.
Tres décadas después, Selimovic, de 62 años y convertido en investigador del instituto bosnio de personas desaparecidas, no logra contener su angustia al pensar que aún quedan unas mil víctimas por encontrar.
En julio de 1995, las fuerzas serbias de Bosnia mataron a 8.000 hombres y adolescentes musulmanes en Srebrenica, una zona protegida por los cascos azules de la ONU.
La justicia internacional calificó los crímenes de genocidio, en la peor masacre ocurrida en Europa desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
"En los últimos tres años, realizamos búsquedas en 62 lugares" con la esperanza de encontrar fosas comunes, explica Selimovic a AFP. "Pero no encontramos ni un solo cuerpo", lamenta.
"Los que saben [dónde están las fosas comunes] no quieren decirlo", continúa este hombre, que pasa el día buscando testigos entre los serbios que viven en la región, a menudo sus vecinos, amigos del colegio o aquellos con los que trabajó antes de la guerra en la fábrica de baterías de Potocari, hoy centro memorial del genocidio.
La guerra de Bosnia, que tuvo lugar entre 1992 y 1995, dejó cerca de 100.000 muertos.
"¿Cómo pueden vivir con lo que saben?", se pregunta. "No lo puedo entender. Pero hay gente que habló, también hay que decirlo", añade.
La última fosa común fue hallada en 2021 en la región de Dobro Polje, 180 km al suroeste de la ciudad. En ella se encontraron 10 víctimas de Srebrenica.
Hasta la fecha se han identificado más de 6.800 víctimas, es decir, alrededor del 80%, explica la doctora Dragana Vucetic, antropóloga forense de la Comisión Internacional sobre Personas Desaparecidas (ICMP).
En la morgue de la comisión en Tuzla, en el noroeste de Bosnia, aún quedan restos de "90 casos cuyas huellas genéticas (ADN) han sido aisladas", pero aún no han sido identificadas.
También hay medio centenar de víctimas identificadas. "Pero las familias siguen sin querer validar la identificación y darles sepultura. La mayoría de las veces porque los restos óseos están incompletos", explica esta experta que trabaja en el centro de identificación desde hace más de dos décadas.
- Fosas comunes -
En un primer momento, los verdugos arrojaron los cuerpos de las víctimas en grandes fosas cerca de los "cinco lugares de ejecución masiva".
Pero "algunos meses después, estas fosas se abrieron y los cadáveres, ya en fase de descomposición, eran transportados a otros lugares, a veces a cien kilómetros de distancia", explica Vucetic.
Fue en ese momento en que los cuerpos fueron "despedazados" por palas mecánicas y excavadoras y, a menudo, transportados a dos o tres lugares distintos, en un intento de ocultar el crimen.
"Durante las exhumaciones, sólo encontramos cuerpos completos en el 10% de los casos", añade la experta.
Para reconstruir algunos esqueletos, partes de los cuales se encontraron a veces en cuatro fosas distintas, se han usado pruebas de ADN.
Alrededor de 6.000 personas fueron identificadas entre 2012 y 2022, tras lo cual el número de identificaciones descendió, con solo tres casos desde principios de 2025.
Mevlida Omerovic, de 69 años, espera desde 2013 que los restos de su marido están completos para enterrarlos en el memorial de Srebrenica. Lo mataron cuando tenía 33 años junto a su hermano Hasan.
"Sólo está su mandíbula, pero ahora he decidido que lo entierren" durante las conmemoraciones del 30 aniversario del genocidio, el 11 de julio, dice.
"Sabremos dónde está su tumba y podremos ir allí a rezar", añade. Su hermano Senad, asesinado cuando tenía 17 años, nunca ha sido encontrado.
El investigador Sadik Selimovic encontró los restos de sus hermanos y de su padre. El último que halló fue su hermano pequeño Sabahudin, enterrado en 2023.
Pero no tiene intención de parar. "Es lo que me hace seguir adelante. Sé lo que es que te digan que han encontrado a tu ser querido", dice.
Por eso lee testimonios, peina la zona y regresa una vez tras otra a los mismos lugares. "Encontraremos a otras personas. Si hay otras fosas comunes, y creo que debe haberlas, las encontraremos", asegura.
Pero lo que le preocupa es el Drina, el río que forma la frontera natural entre Bosnia y Serbia y que fluye no muy lejos de Srebrenica.
"Me temo que el Drina es la mayor fosa común. Nadie encontrará nunca a los que acabaron allí".
A.Guerrero--ECdLR