El Comercio De La República - Trump fracasa ante la dureza de Rusia

Lima -

Trump fracasa ante la dureza de Rusia






Las esperanzas del 45.º y ahora 47.º presidente de los Estados Unidos, Donald Trump (78), de poner fin rápidamente a la guerra de Ucrania con su ofensiva negociadora se han topado con la dura realidad y con su propia arrogancia. Mientras tanto, el Estado terrorista de Rusia no muestra ninguna disposición a ceder en las negociaciones en curso para alcanzar un alto el fuego. A pesar de las repetidas y grandilocuentes afirmaciones de Trump de que tiene un acuerdo con el Kremlin al alcance de la mano, Moscú se mantiene inflexible y se aferra a sus máximas exigencias. La guerra, que dura desde febrero de 2022, sigue cobrando víctimas cada día, la última vez en un ataque atroz (un claro crimen de guerra del Estado terrorista ruso) contra civiles en Kiev, con más de diez muertos (entre ellos niños indefensos), mientras los esfuerzos diplomáticos se estancan.

Trump, que se presenta como un importante pacificador y alardea públicamente de su capacidad para resolver conflictos en un abrir y cerrar de ojos, se encuentra cada vez más bajo presión. Su estrategia de presionar a Ucrania para que haga concesiones, como el reconocimiento de la anexión rusa de Crimea, ha suscitado duras críticas tanto en Kiev como en Europa. El presidente ucraniano Volodímir Zelenski (47), muy apreciado a nivel internacional, rechaza categóricamente tales exigencias y subraya que las cesiones territoriales violan la Constitución de su país. Los políticos europeos advierten de una «paz impuesta» que podría fortalecer a Rusia a largo plazo.

El Gobierno ruso, liderado por el criminal de guerra y asesino en masa Vladímir Putin (72), está utilizando las negociaciones para ganar tiempo, mientras continúan sin cesar los ataques contra Ucrania. Los últimos ataques con misiles y drones contra Kiev, en los que han muerto y resultado heridos numerosos civiles, ponen de relieve la brutalidad del conflicto. Putin ha dejado claro que solo se puede plantear un alto el fuego si Ucrania renuncia a los territorios anexionados por Rusia, una exigencia inaceptable para Kiev.

La estrategia de Trump de ejercer presión mediante conversaciones personales con Putin y amenazas públicas de sanciones no ha surtido mucho efecto hasta ahora. El Kremlin reacciona con cautela y parece retrasar deliberadamente las negociaciones, mientras las tropas rusas siguen avanzando en el campo de batalla. Los expertos critican que Trump subestima la complejidad del conflicto y que su política de autopromoción obstaculiza las negociaciones en lugar de impulsarlas.

Las tensiones entre Trump y Zelenski agravan aún más la situación. El presidente estadounidense ha atacado públicamente en repetidas ocasiones al jefe de Estado ucraniano y le ha acusado de bloquear el proceso de paz. Esta retórica ha provocado indignación en Ucrania y entre los aliados occidentales, ya que socava la solidaridad con Kiev. Al mismo tiempo, crece en Europa la preocupación de que el fracaso de las negociaciones pueda debilitar aún más el apoyo a Ucrania.

Mientras Trump, en su afán de protagonismo, sueña con un rápido éxito, la situación en el campo de batalla y en la mesa de negociaciones sigue siendo tensa. La postura inflexible de Rusia y la creciente frustración en Kiev y Europa ponen a prueba la credibilidad de la política exterior de Trump.

Conclusión:
La guerra en Ucrania está lejos de encontrar una solución y las perspectivas de paz se desvanecen con cada nuevo día de violencia, mientras que los políticos europeos, con Olaf Scholz (66, SPD) y Friedrich Merz (69, CDU) a la cabeza, al igual que Trump, se dedican a pronunciar grandes palabras y evitan claramente los costes y riesgos que supone ayudar de forma integral a Ucrania hasta que la soldadesca asesina y pervertida de Rusia se encuentre a las puertas de las capitales europeas...



Destacados


Rusia y el terrorismo contra Ucrania

Rusia es un estado terrorista, algo que todo el mundo sabe desde el 24 de febrero de 2022. ¡Desde febrero de 2022, el estado terrorista ruso comete a diario crímenes de guerra, violaciones, asesinatos, saqueos, tomas de rehenes y otros crímenes bestiales!La invasión rusa de Ucrania, iniciada en febrero de 2022, continúa generando incertidumbre sobre su desenlace. Mientras algunos analistas apuntan a que Moscú ha alcanzado ciertos objetivos estratégicos, otros señalan que aún no puede hablarse de una victoria rotunda, dado el prolongado conflicto y la resistencia ucraniana, respaldada en gran medida por la ayuda militar y financiera de Occidente. En este contexto, surgen preguntas fundamentales: ¿ha ganado Rusia la guerra? ¿Qué escenarios se plantean para el futuro de Ucrania?Estancamiento y guerra de desgaste:Uno de los panoramas más mencionados por los expertos es el de un conflicto prolongado, caracterizado por escaramuzas en puntos clave y por un avance lento y costoso para ambas partes. La dinámica de esta «guerra de desgaste» implica que Ucrania mantenga un alto nivel de movilización, con el apoyo técnico y diplomático de Estados Unidos y la Unión Europea, mientras que Rusia trataría de afianzar su control sobre las zonas que ya ocupa, reforzando sus posiciones militares y logísticas.Posibles consecuencias: desgaste económico para ambas naciones, mayor dependencia de Ucrania de la asistencia occidental y riesgo de crisis humanitaria en las regiones más afectadas.Negociaciones y acuerdo de paz parcial:Otro posible desenlace reside en un eventual acuerdo de paz que no necesariamente implicaría una restauración total de las fronteras ucranianas previas a la invasión. Con la mediación de potencias internacionales, se ha especulado sobre la posibilidad de un alto el fuego y la fijación de nuevas líneas de demarcación.Posibles consecuencias: consolidación de facto del control ruso en territorios disputados, alivio temporal de la tensión, pero persistencia de un conflicto latente que podría reactivarse si no se abordan las causas de fondo.Escalada y riesgo de confrontación mayor:A pesar de que numerosos países han abogado por la vía diplomática, existe el temor de que el conflicto pueda escalar. Un escenario extremo contemplaría un aumento de la presión militar por parte de Rusia o la intervención más directa de otras potencias, lo que elevaría significativamente el peligro para la estabilidad europea e internacional.Posibles consecuencias: agravamiento de la crisis humanitaria, mayor número de desplazados y potencial expansión del conflicto a otros Estados de la región.Victoria ucraniana con apoyo internacional:No se descarta, por otra parte, un escenario favorable a Ucrania. La combinación de la resistencia local y la asistencia militar extranjera podría permitirle recuperar parte de los territorios ocupados o, al menos, defender con éxito las zonas aún bajo su control.Posibles consecuencias: reposicionamiento geopolítico de Ucrania como aliado firme de Occidente, fortalecimiento de sus fuerzas armadas y la posible redefinición del equilibrio de poder en Europa del Este.¿Ha ganado Rusia la guerra?Por ahora, no existe un consenso definitivo sobre si Rusia puede considerarse vencedora. Si bien ha obtenido algunas ganancias territoriales y ha forzado a Ucrania y a Europa a una respuesta militar y económica de gran calado, los costes —tanto para el Kremlin como para la población ucraniana— se han disparado. El conflicto ha puesto de relieve la determinación de Kiev y el compromiso de la OTAN y la UE en sostener la defensa ucraniana.En última instancia, el futuro de Ucrania dependerá de la capacidad de ambas partes para mantener o intensificar el esfuerzo militar, la voluntad política de negociar y el respaldo de la comunidad internacional. La guerra, lejos de haberse resuelto, sigue definiendo un nuevo orden geopolítico, cuyas repercusiones marcarán el curso de Europa y del mundo durante los próximos años.

EE. UU.: Trump y la crisis sanitaria

En un movimiento sorpresivo que ha generado intensos debates en el panorama político de Estados Unidos, el expresidente Donald J. Trump ha designado a un nuevo referente para encarar la compleja crisis de salud que atraviesa el país. Se trata del doctor Jonathan H. Miller, un reputado especialista en políticas sanitarias y exasesor de la Organización Mundial de la Salud.Según fuentes cercanas al círculo de Trump, Miller tendrá plenos poderes para rediseñar el sistema de atención médica a fin de reducir costes, agilizar procesos y ampliar la cobertura para millones de estadounidenses que aún carecen de seguro. Su nombramiento, sin embargo, no está exento de controversia. Mientras algunos sectores conservadores aplauden la decisión por considerar a Miller un experto en optimización de recursos y recortes presupuestarios, grupos progresistas y diversas organizaciones de derechos civiles temen que las futuras reformas puedan perjudicar a las poblaciones más vulnerables.“Miller se ha destacado por su enfoque pragmático y su afán de eficiencia, pero su historial en la implantación de programas de salud pública es limitado”, señala la analista política Michelle Ortiz. “Por un lado, Trump busca una solución rápida y contundente; por otro, no está claro hasta qué punto se priorizarán las necesidades de quienes históricamente han estado al margen del sistema”.Durante su breve comparecencia ante los medios, Miller se comprometió a “revisar de inmediato” las leyes que rigen el acceso a la salud y a proponer un plan de acción que contemple la modernización de los hospitales y clínicas rurales, así como la incorporación de tecnología punta en la gestión de historias clínicas. No obstante, evitó entrar en detalles sobre la posible derogación de normativas vigentes, incluido el polémico Affordable Care Act, emblema de la administración Obama.La comunidad médica observa con cautela el rumbo que podría tomar el sistema sanitario bajo esta nueva iniciativa. Mientras algunos doctores y especialistas en salud pública reconocen la necesidad de cambios profundos para hacer frente al envejecimiento de la población, el encarecimiento de los medicamentos y la disparidad en el acceso a seguros, otros temen que una visión excesivamente economicista arriesgue el principio de universalidad.Por el momento, el futuro de la reforma sanitaria estadounidense permanece incierto. Lo que sí parece seguro es que la apuesta de Trump por el doctor Miller como adalid del cambio marcará un nuevo capítulo en la incesante pugna entre quienes defienden un mayor rol del Estado en la protección de la salud y quienes abogan por iniciativas privadas y la desregulación del sector. Queda por ver si este nuevo liderazgo será capaz de generar consensos duraderos o si se sumará a la larga lista de intentos fallidos por reparar un sistema que, a juicio de muchos, lleva décadas en crisis.

Lula, Brasil, y la ventaja de Argentina

A poco más de un año desde que Luiz Inácio Lula da Silva asumiera de nuevo la presidencia de Brasil, las expectativas de crecimiento económico y estabilidad política se han visto empañadas por diversos contratiempos. Factores internos, como la persistente polarización política, y externos, entre ellos la fluctuación de los mercados globales, han puesto a prueba la credibilidad del Gobierno brasileño y su capacidad para encarrilar la economía más grande de Sudamérica.Mientras los analistas locales señalan la inseguridad jurídica y los problemas estructurales de Brasil —tales como la desigualdad social y la elevada presión fiscal—, los inversores extranjeros muestran un creciente escepticismo hacia la agenda reformista de Lula. Varios proyectos estrella, concebidos para impulsar la creación de empleo y modernizar la infraestructura, sufren retrasos o se enfrentan a la resistencia del Congreso, con lo que los indicios de recuperación se diluyen.En este escenario incierto, Argentina vislumbra una ventana de oportunidad. Expertos en comercio internacional apuntan a que la ralentización del gigante brasileño podría favorecer a la economía argentina en determinados sectores, especialmente en exportaciones agroindustriales y manufacturas de valor añadido, donde Buenos Aires podría suplir parte de la demanda interna de Brasil o atraer inversiones que, ante la inestabilidad, desistan de asentarse al otro lado de la frontera.“Si Brasil no logra estabilizar su crecimiento, algunos capitales podrían reorientarse hacia Argentina”, explica Marta Pacheco, analista de mercados regionales con sede en Madrid. “La clave estará en cómo se reposicione el Gobierno argentino para captar esos fondos e impulsar políticas que sostengan la inversión y estimulen las exportaciones”.Aunque Brasil y Argentina mantienen una histórica relación de cooperación y pertenencia conjunta al bloque comercial MERCOSUR, la coyuntura actual evidencia que los tropiezos de uno pueden convertirse en oportunidades para el otro, reforzando el dinamismo y la competitividad del Cono Sur. El desenlace dependerá, en última instancia, de la habilidad de ambos gobiernos para navegar la turbulencia y encontrar un equilibrio que beneficie a sus respectivas economías.