El Comercio De La República - Ucrania: Lucha de Zelenski

Lima -

Ucrania: Lucha de Zelenski




El presidente Volodymyr Zelenskyy llegó al poder como la cara visible de una ola reformista, pero hoy se le acusa de desmantelar la estructura anticorrupción que sustentaba su legitimidad. El 22 de julio, el Parlamento ucraniano aprobó por vía urgente una serie de enmiendas que sitúan a la Oficina Nacional Anticorrupción (NABU) y a la Fiscalía Especial Anticorrupción (SAPO) bajo el control efectivo del fiscal general, un cargo político que responde ante la presidencia.

La nueva ley faculta al fiscal general para reasignar casos de corrupción de alto perfil «cuando las circunstancias imposibiliten el trabajo de la NABU», una cláusula que los críticos describen como una licencia para la injerencia política. En cuestión de horas, Zelenskyy mostró su apoyo, calificando los cambios de necesidad en tiempos de guerra, lo que desencadenó las mayores protestas callejeras en Kiev desde los primeros meses de la invasión. Los manifestantes cubrieron el Parlamento con pancartas en las que advertían del retorno a la impunidad anterior a la revolución y coreaban «UE o nada», en referencia a la exigencia de Bruselas de que Kiev mantuviera organismos de control independientes como condición previa fundamental para la adhesión.

Las apuestas financieras aumentaron de inmediato. La Comisión Europea comunicó en privado a Kiev que podría congelar hasta 18 000 millones de euros en ayuda macrofinanciera si no se revertía la marcha atrás, mientras que varios gobiernos donantes suspendieron el desembolso de los fondos de recuperación destinados a 2025-2026. Los inversores extranjeros, ya recelosos de hacer negocios en una zona de guerra, vieron cómo los rendimientos de los bonos se disparaban a su nivel más alto en tres meses, mientras las agencias de calificación señalaban un «deslizamiento de la gobernanza».

A nivel nacional, el enfriamiento llegó a los pasillos de las fuerzas del orden. Agentes de la NABU denunciaron registros sorpresa en sus oficinas por parte de agentes de seguridad del Estado, justificados oficialmente como una caza de «infiltrados extranjeros». Los funcionarios anticorrupción respondieron que las redadas tenían como objetivo incautar expedientes que implicaban a influyentes contratistas de la guerra.

Bajo presión, Zelensky invitó a los jefes de las agencias y a los grupos cívicos a negociar un compromiso que salvara las apariencias. Sin embargo, ni siquiera una solución cosmética podría reparar el daño a la reputación: las encuestas publicadas esta semana muestran que la confianza en la agenda anticorrupción del presidente ha caído por debajo del 40 % por primera vez desde 2022. Mientras tanto, las investigaciones más delicadas de la NABU, que van desde el fraude en la adquisición de drones hasta la malversación en la logística de primera línea, siguen en el limbo, lo que pone en peligro tanto la eficiencia en el campo de batalla como la moral pública.

Los analistas advierten de que el debilitamiento del cortafuegos investigador podría afianzar el clientelismo en el auge de la reconstrucción posbélica de Ucrania. Miles de millones de euros en futuros contratos de la UE y el Banco Mundial corren el riesgo de pasar por un sistema percibido como capturado políticamente, lo que aumenta la posibilidad de que los donantes se cansen en un momento en que el déficit fiscal de Kiev ya supera el 20 % del PIB. Lo que comenzó como un ajuste procedimental se está convirtiendo en una apuesta estratégica: Zelenski puede dar marcha atrás y tranquilizar a sus socios, o seguir adelante y poner a prueba si los aliados de Ucrania darán prioridad a la unidad frente a Moscú por encima de las normas de gobernanza en el país. Cualquiera de las dos opciones definirá su presidencia mucho después de que las armas callen.




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Rusia y el terrorismo contra Ucrania

Rusia es un estado terrorista, algo que todo el mundo sabe desde el 24 de febrero de 2022. ¡Desde febrero de 2022, el estado terrorista ruso comete a diario crímenes de guerra, violaciones, asesinatos, saqueos, tomas de rehenes y otros crímenes bestiales!La invasión rusa de Ucrania, iniciada en febrero de 2022, continúa generando incertidumbre sobre su desenlace. Mientras algunos analistas apuntan a que Moscú ha alcanzado ciertos objetivos estratégicos, otros señalan que aún no puede hablarse de una victoria rotunda, dado el prolongado conflicto y la resistencia ucraniana, respaldada en gran medida por la ayuda militar y financiera de Occidente. En este contexto, surgen preguntas fundamentales: ¿ha ganado Rusia la guerra? ¿Qué escenarios se plantean para el futuro de Ucrania?Estancamiento y guerra de desgaste:Uno de los panoramas más mencionados por los expertos es el de un conflicto prolongado, caracterizado por escaramuzas en puntos clave y por un avance lento y costoso para ambas partes. La dinámica de esta «guerra de desgaste» implica que Ucrania mantenga un alto nivel de movilización, con el apoyo técnico y diplomático de Estados Unidos y la Unión Europea, mientras que Rusia trataría de afianzar su control sobre las zonas que ya ocupa, reforzando sus posiciones militares y logísticas.Posibles consecuencias: desgaste económico para ambas naciones, mayor dependencia de Ucrania de la asistencia occidental y riesgo de crisis humanitaria en las regiones más afectadas.Negociaciones y acuerdo de paz parcial:Otro posible desenlace reside en un eventual acuerdo de paz que no necesariamente implicaría una restauración total de las fronteras ucranianas previas a la invasión. Con la mediación de potencias internacionales, se ha especulado sobre la posibilidad de un alto el fuego y la fijación de nuevas líneas de demarcación.Posibles consecuencias: consolidación de facto del control ruso en territorios disputados, alivio temporal de la tensión, pero persistencia de un conflicto latente que podría reactivarse si no se abordan las causas de fondo.Escalada y riesgo de confrontación mayor:A pesar de que numerosos países han abogado por la vía diplomática, existe el temor de que el conflicto pueda escalar. Un escenario extremo contemplaría un aumento de la presión militar por parte de Rusia o la intervención más directa de otras potencias, lo que elevaría significativamente el peligro para la estabilidad europea e internacional.Posibles consecuencias: agravamiento de la crisis humanitaria, mayor número de desplazados y potencial expansión del conflicto a otros Estados de la región.Victoria ucraniana con apoyo internacional:No se descarta, por otra parte, un escenario favorable a Ucrania. La combinación de la resistencia local y la asistencia militar extranjera podría permitirle recuperar parte de los territorios ocupados o, al menos, defender con éxito las zonas aún bajo su control.Posibles consecuencias: reposicionamiento geopolítico de Ucrania como aliado firme de Occidente, fortalecimiento de sus fuerzas armadas y la posible redefinición del equilibrio de poder en Europa del Este.¿Ha ganado Rusia la guerra?Por ahora, no existe un consenso definitivo sobre si Rusia puede considerarse vencedora. Si bien ha obtenido algunas ganancias territoriales y ha forzado a Ucrania y a Europa a una respuesta militar y económica de gran calado, los costes —tanto para el Kremlin como para la población ucraniana— se han disparado. El conflicto ha puesto de relieve la determinación de Kiev y el compromiso de la OTAN y la UE en sostener la defensa ucraniana.En última instancia, el futuro de Ucrania dependerá de la capacidad de ambas partes para mantener o intensificar el esfuerzo militar, la voluntad política de negociar y el respaldo de la comunidad internacional. La guerra, lejos de haberse resuelto, sigue definiendo un nuevo orden geopolítico, cuyas repercusiones marcarán el curso de Europa y del mundo durante los próximos años.

EE. UU.: Trump y la crisis sanitaria

En un movimiento sorpresivo que ha generado intensos debates en el panorama político de Estados Unidos, el expresidente Donald J. Trump ha designado a un nuevo referente para encarar la compleja crisis de salud que atraviesa el país. Se trata del doctor Jonathan H. Miller, un reputado especialista en políticas sanitarias y exasesor de la Organización Mundial de la Salud.Según fuentes cercanas al círculo de Trump, Miller tendrá plenos poderes para rediseñar el sistema de atención médica a fin de reducir costes, agilizar procesos y ampliar la cobertura para millones de estadounidenses que aún carecen de seguro. Su nombramiento, sin embargo, no está exento de controversia. Mientras algunos sectores conservadores aplauden la decisión por considerar a Miller un experto en optimización de recursos y recortes presupuestarios, grupos progresistas y diversas organizaciones de derechos civiles temen que las futuras reformas puedan perjudicar a las poblaciones más vulnerables.“Miller se ha destacado por su enfoque pragmático y su afán de eficiencia, pero su historial en la implantación de programas de salud pública es limitado”, señala la analista política Michelle Ortiz. “Por un lado, Trump busca una solución rápida y contundente; por otro, no está claro hasta qué punto se priorizarán las necesidades de quienes históricamente han estado al margen del sistema”.Durante su breve comparecencia ante los medios, Miller se comprometió a “revisar de inmediato” las leyes que rigen el acceso a la salud y a proponer un plan de acción que contemple la modernización de los hospitales y clínicas rurales, así como la incorporación de tecnología punta en la gestión de historias clínicas. No obstante, evitó entrar en detalles sobre la posible derogación de normativas vigentes, incluido el polémico Affordable Care Act, emblema de la administración Obama.La comunidad médica observa con cautela el rumbo que podría tomar el sistema sanitario bajo esta nueva iniciativa. Mientras algunos doctores y especialistas en salud pública reconocen la necesidad de cambios profundos para hacer frente al envejecimiento de la población, el encarecimiento de los medicamentos y la disparidad en el acceso a seguros, otros temen que una visión excesivamente economicista arriesgue el principio de universalidad.Por el momento, el futuro de la reforma sanitaria estadounidense permanece incierto. Lo que sí parece seguro es que la apuesta de Trump por el doctor Miller como adalid del cambio marcará un nuevo capítulo en la incesante pugna entre quienes defienden un mayor rol del Estado en la protección de la salud y quienes abogan por iniciativas privadas y la desregulación del sector. Queda por ver si este nuevo liderazgo será capaz de generar consensos duraderos o si se sumará a la larga lista de intentos fallidos por reparar un sistema que, a juicio de muchos, lleva décadas en crisis.

No habrá Estado Palestino?

En la semana de la Asamblea General de la ONU del 26 de septiembre de 2025, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu reiteró públicamente que no permitirá la creación de un Estado palestino y prometió “terminar el trabajo” en Gaza. No se trata de una declaración aislada, sino de la culminación de una línea política y operativa sostenida durante los últimos años que ha ido cerrando las vías para la solución de dos Estados.En el plano político-institucional, la Knesset aprobó el 18 de julio de 2024 una resolución que rechaza la creación de un Estado palestino, incluso en el marco de un acuerdo negociado. Un año después, el 23 de julio de 2025, la cámara respaldó —con una mayoría amplia— una moción simbólica para anexar formalmente partes de Cisjordania. Aunque no vinculantes, ambas decisiones marcan la posición oficial del legislativo y refuerzan el discurso del Ejecutivo.En el terreno, el Gobierno ha acelerado la expansión de asentamientos en Cisjordania y la regularización de puestos de avanzada levantados sin permiso previo. En mayo de 2025 se anunció la creación/regularización de 22 asentamientos adicionales, y desde 2024 funciona un mecanismo gubernamental que permite financiar y dotar de infraestructura a decenas de estos enclaves mientras se completan trámites formales. Esta dinámica densifica el mapa de control israelí en el Área C y estrecha los márgenes de maniobra de la Autoridad Palestina.La pieza clave de ese rediseño espacial es el plan E1, al este de Jerusalén, concebido para conectar Ma’ale Adumim con la capital. Su avance administrativo en 2025 —con luz verde de instancias de planificación— encendió alarmas internacionales porque partiría Cisjordania en dos y aislaría Jerusalén Este del resto del territorio palestino, comprometiendo la contigüidad necesaria para un Estado viable. La estrategia de “hechos sobre el terreno”, combinada con nuevos corredores de seguridad y demoliciones en comunidades beduinas de la zona, cartografía una realidad que neutraliza la opción de soberanía palestina en un horizonte previsible.En Gaza, la guerra iniciada tras el ataque del 7 de octubre de 2023 continúa con la promesa de “victoria total”. Las autoridades sanitarias locales sitúan el balance de víctimas por encima de las 65.000 personas, en un contexto de destrucción masiva de infraestructuras y de desplazamientos internos repetidos. Al mismo tiempo, instancias de la ONU han advertido de planes de control permanente y de la reducción efectiva del territorio disponible para la población civil mediante zonas tapón y corredores.Mientras tanto, en el frente diplomático, el reconocimiento de Palestina como Estado por 157 miembros de la ONU —incluidas varias potencias occidentales en septiembre de 2025— ha ganado tracción, pero no altera la ecuación sobre el terreno ni desbloquea la membresía plena en Naciones Unidas, sujeta al Consejo de Seguridad. La brecha entre la simbolización internacional y la realidad físico-administrativa se ensancha.Conclusión. El mensaje y las medidas del Gobierno israelí configuran una ofensiva total no solo militar, sino normativa y territorial, orientada a impedir la emergencia de un Estado palestino contiguo, soberano y funcional. Con resoluciones parlamentarias, expansión de asentamientos y el impulso del E1, la promesa de Netanyahu —“no habrá Estado palestino”— se traduce en arquitectura de hechos que, a día de hoy, cierran la ventana a la solución de dos Estados.