El Comercio De La República - La deuda de Francia crece

Lima -

La deuda de Francia crece




Francia se enfrenta a un reto financiero sin precedentes. Con una deuda pública de más de 3,2 billones de euros, que representa más del 110 % del producto interior bruto (PIB), la segunda economía más grande de la zona euro se encuentra en una situación peligrosa. El déficit presupuestario se sitúa en torno al 5,5 % del PIB y se prevé que supere el 6 % este año. Estas cifras superan con creces los requisitos de la UE, que permiten un déficit máximo del 3 % y una ratio de deuda del 60 % del PIB. Los mercados financieros reaccionan con creciente nerviosismo y los tipos de interés de los bonos del Estado francés alcanzan niveles récord. ¿Qué ha provocado este caos de la deuda y cómo puede Francia evitar el abismo que se avecina?

Las raíces de la crisis son profundas. Durante décadas, Francia ha mantenido una relación relajada con la deuda, que contrasta con la estricta disciplina presupuestaria de otros países como Alemania. Durante la pandemia del coronavirus y la crisis energética provocada por la guerra en Ucrania, el Gobierno inyectó miles de millones en la economía para apoyar a los hogares y las empresas. Las subvenciones a los precios de la electricidad y las generosas prestaciones sociales mantuvieron la economía estable, pero provocaron un aumento vertiginoso de la deuda. Desde 2017, cuando el presidente Emmanuel Macron asumió el cargo, la deuda pública ha aumentado en casi un billón de euros. Los críticos acusan al Gobierno de haber retrasado las reformas estructurales necesarias, mientras que el gasto público se sitúa en casi el 60 % del PIB, uno de los más altos del mundo.

La situación política agrava la crisis. Tras las elecciones parlamentarias anticipadas de verano de 2024, el Parlamento está fragmentado y es difícil formar mayorías. El primer ministro François Bayrou, en el cargo desde otoño de 2024, ha presentado un ambicioso programa de austeridad para reducir el déficit por debajo del 3 % para 2029. Las medidas incluyen la supresión de dos días festivos, la congelación de las pensiones y las prestaciones sociales, la eliminación de 3000 puestos de funcionarios y una mayor imposición de las rentas altas. Sin embargo, estos planes se enfrentan a una fuerte oposición. El partido nacionalista de derecha Rassemblement National y los partidos de izquierda amenazan con votar una moción de censura, lo que pone en peligro el Gobierno de Bayrou. Su predecesor, Michel Barnier, ya tuvo que dimitir tras solo tres meses en el cargo, cuando fracasó su proyecto de presupuesto.

Los mercados financieros observan la situación con recelo. Los tipos de interés de los bonos del Estado francés superan en algunos casos a los de Grecia, lo que constituye una señal alarmante. Solo para el servicio de la deuda, Francia gasta alrededor de 50 000 millones de euros al año, y la tendencia va en aumento. Los expertos advierten de que esta cifra podría ascender a entre 80 000 y 90 000 millones de euros en 2027, lo que haría prácticamente imposible invertir en educación, infraestructuras o protección del clima. Las agencias de calificación crediticia como S&P y Moody's siguen considerando sólida la solvencia de Francia, pero han amenazado con rebajarla si no se reducen los déficits.

La crisis también tiene dimensiones europeas. Francia es sistémicamente importante para la zona del euro, y un aumento incontrolado de la deuda podría poner en peligro la estabilidad de la moneda común. A diferencia de la crisis de la deuda griega de 2008, en la que intervinieron los fondos de rescate, un paquete de rescate para Francia sería difícilmente financiable. La UE ha iniciado un procedimiento disciplinario contra Francia para ejercer presión en favor de la consolidación presupuestaria, pero la inestabilidad política dificulta las reformas.

¿Qué puede hacer Francia? Los planes de austeridad de Bayrou son un primer paso, pero su aplicación es incierta. Las subidas de impuestos son políticamente delicadas, ya que Francia ya tiene una de las tasas impositivas más altas de Europa. Los recortes del gasto podrían frenar el crecimiento económico, que este año apenas supera el 1 %. Al mismo tiempo, los expertos exigen reformas estructurales para aumentar la productividad y reducir la dependencia del sector público. Sin mayorías políticas claras, sigue existiendo el riesgo de que Francia siga cayendo en la trampa de la deuda.

Los ciudadanos ya están sintiendo la crisis. Se multiplican las huelgas y las protestas contra las medidas de austeridad, y el clima social es tenso. Muchos franceses se sienten atrapados entre el alto coste de la vida y los recortes que se avecinan. El Gobierno se enfrenta al reto de recuperar la credibilidad sin perder la confianza de los mercados ni de la población.

Salir del caos de la deuda requiere valentía y voluntad de compromiso. Bayrou ha calificado la situación como «la última parada antes del abismo». Que Francia pueda superar esta crisis depende de que la política y la sociedad estén dispuestas a tomar decisiones difíciles. El tiempo apremia, porque los mercados financieros no perdonan más retrasos. Francia se encuentra en una encrucijada: entre las reformas y el riesgo.



Destacados


Rusia y el terrorismo contra Ucrania

Rusia es un estado terrorista, algo que todo el mundo sabe desde el 24 de febrero de 2022. ¡Desde febrero de 2022, el estado terrorista ruso comete a diario crímenes de guerra, violaciones, asesinatos, saqueos, tomas de rehenes y otros crímenes bestiales!La invasión rusa de Ucrania, iniciada en febrero de 2022, continúa generando incertidumbre sobre su desenlace. Mientras algunos analistas apuntan a que Moscú ha alcanzado ciertos objetivos estratégicos, otros señalan que aún no puede hablarse de una victoria rotunda, dado el prolongado conflicto y la resistencia ucraniana, respaldada en gran medida por la ayuda militar y financiera de Occidente. En este contexto, surgen preguntas fundamentales: ¿ha ganado Rusia la guerra? ¿Qué escenarios se plantean para el futuro de Ucrania?Estancamiento y guerra de desgaste:Uno de los panoramas más mencionados por los expertos es el de un conflicto prolongado, caracterizado por escaramuzas en puntos clave y por un avance lento y costoso para ambas partes. La dinámica de esta «guerra de desgaste» implica que Ucrania mantenga un alto nivel de movilización, con el apoyo técnico y diplomático de Estados Unidos y la Unión Europea, mientras que Rusia trataría de afianzar su control sobre las zonas que ya ocupa, reforzando sus posiciones militares y logísticas.Posibles consecuencias: desgaste económico para ambas naciones, mayor dependencia de Ucrania de la asistencia occidental y riesgo de crisis humanitaria en las regiones más afectadas.Negociaciones y acuerdo de paz parcial:Otro posible desenlace reside en un eventual acuerdo de paz que no necesariamente implicaría una restauración total de las fronteras ucranianas previas a la invasión. Con la mediación de potencias internacionales, se ha especulado sobre la posibilidad de un alto el fuego y la fijación de nuevas líneas de demarcación.Posibles consecuencias: consolidación de facto del control ruso en territorios disputados, alivio temporal de la tensión, pero persistencia de un conflicto latente que podría reactivarse si no se abordan las causas de fondo.Escalada y riesgo de confrontación mayor:A pesar de que numerosos países han abogado por la vía diplomática, existe el temor de que el conflicto pueda escalar. Un escenario extremo contemplaría un aumento de la presión militar por parte de Rusia o la intervención más directa de otras potencias, lo que elevaría significativamente el peligro para la estabilidad europea e internacional.Posibles consecuencias: agravamiento de la crisis humanitaria, mayor número de desplazados y potencial expansión del conflicto a otros Estados de la región.Victoria ucraniana con apoyo internacional:No se descarta, por otra parte, un escenario favorable a Ucrania. La combinación de la resistencia local y la asistencia militar extranjera podría permitirle recuperar parte de los territorios ocupados o, al menos, defender con éxito las zonas aún bajo su control.Posibles consecuencias: reposicionamiento geopolítico de Ucrania como aliado firme de Occidente, fortalecimiento de sus fuerzas armadas y la posible redefinición del equilibrio de poder en Europa del Este.¿Ha ganado Rusia la guerra?Por ahora, no existe un consenso definitivo sobre si Rusia puede considerarse vencedora. Si bien ha obtenido algunas ganancias territoriales y ha forzado a Ucrania y a Europa a una respuesta militar y económica de gran calado, los costes —tanto para el Kremlin como para la población ucraniana— se han disparado. El conflicto ha puesto de relieve la determinación de Kiev y el compromiso de la OTAN y la UE en sostener la defensa ucraniana.En última instancia, el futuro de Ucrania dependerá de la capacidad de ambas partes para mantener o intensificar el esfuerzo militar, la voluntad política de negociar y el respaldo de la comunidad internacional. La guerra, lejos de haberse resuelto, sigue definiendo un nuevo orden geopolítico, cuyas repercusiones marcarán el curso de Europa y del mundo durante los próximos años.

EE. UU.: Trump y la crisis sanitaria

En un movimiento sorpresivo que ha generado intensos debates en el panorama político de Estados Unidos, el expresidente Donald J. Trump ha designado a un nuevo referente para encarar la compleja crisis de salud que atraviesa el país. Se trata del doctor Jonathan H. Miller, un reputado especialista en políticas sanitarias y exasesor de la Organización Mundial de la Salud.Según fuentes cercanas al círculo de Trump, Miller tendrá plenos poderes para rediseñar el sistema de atención médica a fin de reducir costes, agilizar procesos y ampliar la cobertura para millones de estadounidenses que aún carecen de seguro. Su nombramiento, sin embargo, no está exento de controversia. Mientras algunos sectores conservadores aplauden la decisión por considerar a Miller un experto en optimización de recursos y recortes presupuestarios, grupos progresistas y diversas organizaciones de derechos civiles temen que las futuras reformas puedan perjudicar a las poblaciones más vulnerables.“Miller se ha destacado por su enfoque pragmático y su afán de eficiencia, pero su historial en la implantación de programas de salud pública es limitado”, señala la analista política Michelle Ortiz. “Por un lado, Trump busca una solución rápida y contundente; por otro, no está claro hasta qué punto se priorizarán las necesidades de quienes históricamente han estado al margen del sistema”.Durante su breve comparecencia ante los medios, Miller se comprometió a “revisar de inmediato” las leyes que rigen el acceso a la salud y a proponer un plan de acción que contemple la modernización de los hospitales y clínicas rurales, así como la incorporación de tecnología punta en la gestión de historias clínicas. No obstante, evitó entrar en detalles sobre la posible derogación de normativas vigentes, incluido el polémico Affordable Care Act, emblema de la administración Obama.La comunidad médica observa con cautela el rumbo que podría tomar el sistema sanitario bajo esta nueva iniciativa. Mientras algunos doctores y especialistas en salud pública reconocen la necesidad de cambios profundos para hacer frente al envejecimiento de la población, el encarecimiento de los medicamentos y la disparidad en el acceso a seguros, otros temen que una visión excesivamente economicista arriesgue el principio de universalidad.Por el momento, el futuro de la reforma sanitaria estadounidense permanece incierto. Lo que sí parece seguro es que la apuesta de Trump por el doctor Miller como adalid del cambio marcará un nuevo capítulo en la incesante pugna entre quienes defienden un mayor rol del Estado en la protección de la salud y quienes abogan por iniciativas privadas y la desregulación del sector. Queda por ver si este nuevo liderazgo será capaz de generar consensos duraderos o si se sumará a la larga lista de intentos fallidos por reparar un sistema que, a juicio de muchos, lleva décadas en crisis.

Israel ataca Catar y Gaza

Israel lanzó esta semana un ataque aéreo en la capital de Catar contra dirigentes políticos de Hamás y, en paralelo, ha intensificado su campaña militar en la Franja de Gaza. La operación en Doha —sin precedentes por haberse ejecutado en territorio de un aliado de Washington— tensiona las negociaciones de un alto el fuego y abre un nuevo frente diplomático en Oriente Medio.Un bombardeo con ecos regionalesEl ataque en Doha del 9 de septiembre tuvo como objetivo un complejo residencial vinculado a reuniones de altos responsables de Hamás. Según autoridades cataríes, entre los fallecidos figura un agente de seguridad del país y hay varios heridos. La acción, que Israel justificó como parte de su estrategia contra el liderazgo del grupo, ha sido interpretada por gobiernos árabes como una escalada que traspasa líneas rojas y complica los esfuerzos de mediación.Condena en el Consejo de SeguridadDos días después, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó por consenso una declaración que condena los ataques en Doha, subraya la soberanía de Catar y llama a la desescalada. La posición de Estados Unidos —habitualmente escudo de Israel en el organismo— resultó clave para que el texto saliera adelante y evidenció el malestar de Washington con el momento y el lugar escogidos para la operación. Catar, mediador central en el dosier de rehenes y en las conversaciones de tregua, advirtió de que acciones de este tipo minan la confianza necesaria para avanzar.Nueva fase militar en GazaEn Gaza, el ejército israelí sostiene que ha realizado esta semana cinco oleadas de ataques, con más de 500 objetivos en Ciudad de Gaza, incluyendo infraestructura militar, entradas de túneles y depósitos de armas. Persisten las órdenes de evacuación hacia el sur, pero miles de civiles continúan en la zona por falta de alternativas seguras. Paralelamente, Israel anunció la ampliación del paso logístico denominado “Crossing 147” en el sur, con el objetivo de triplicar el ingreso de ayuda hasta 150 camiones diarios, medida que busca aliviar la presión humanitaria sobre los desplazados.Impacto humanitario y presión internacionalCasi dos años después del estallido del conflicto tras los ataques del 7 de octubre de 2023, el balance humano en Gaza supera las decenas de miles de muertos, en su mayoría civiles, y un deterioro severo de las condiciones de vida, con fallecimientos por malnutrición documentados. La comunidad internacional insiste en que la protección de la población civil y el acceso sostenido de asistencia humanitaria deben ser prioritarios y reclama una pausa que abra espacio a negociaciones sustantivas.Señales desde Jerusalén y DohaDesde Israel, las autoridades recalcan que “no hay santuarios” para dirigentes considerados responsables de ataques y secuestros, y que actuarán contra ellos donde se encuentren. Catar, por su parte, afirma que mantendrá su rol de mediador, pero denuncia que un bombardeo en su territorio erosiona las opciones de un acuerdo para la liberación de rehenes y una tregua verificable.Riesgos de desbordamiento regionalEl hecho de que el ataque se produjera en un país del Golfo que alberga la mayor base militar estadounidense en la región ha agitado a otras monarquías árabes, preocupadas por la posibilidad de que su propia seguridad se vea comprometida si el conflicto se “deslocaliza”. Analistas consultados por gobiernos de la zona apuntan a un previsible refuerzo de la coordinación de inteligencia y a presiones para obtener garantías de seguridad más explícitas de Washington.Lo que sigueLas próximas horas estarán marcadas por la capacidad de los actores implicados de reconducir el canal diplomático sin renunciar a sus líneas rojas. La eficacia de las nuevas medidas de entrada de ayuda, el destino de los rehenes y el alcance real de la ofensiva en Ciudad de Gaza determinarán si el conflicto se encamina a otra espiral de escalada —incluidos ataques extraterritoriales— o si se reabre un margen para un alto el fuego con verificación internacional.